Gracias por compartir conmigo esta nueva aventura en la que ahora me embarco. Gracias por compartir conmigo la afición por los cuentos y por la fantasía. Gracias por compartir conmigo todas estas historias que ahora os ofrezco y que forman ya irremediablemente parte de mi vida. Las habrá cortas y largas, de amores imposibles, de situaciones cotidianas, de enredos y traiciones… Las habrá en verso, porque la poesía también puede ser divertida. Las habrá en prosa, como también han de ser contados los cuentos. No pretendo nada al mostrároslas, y mucho menos enseñar nada sobre motivos ni valores, solo intentar que paséis un buen rato mientras las leéis, y si os gustan, tal vez sirvan como excusa para que disfrutéis de ellas junto a los pequeños de la casa.

(c) Magdalena Rodríguez

viernes, 25 de enero de 2013

EL LEÓN Y LA MARIPOSA

 
En una preciosa flor, fuese de día o de noche,
vivía una Mariposa de alegres y vivos colores.

Nunca quería moverse de aquella que era su casa,
mientras el resto de mariposas por todos lados volaban.

 
Un día las más curiosas se acercaron hasta ella,
y le preguntaron la razón de su extremada pereza.

 - No es pereza lo que tengo, - contestó con gran premura-
es que no quiero perderme ni un instante su hermosura.

 - ¿De que hermosura nos hablas?, si nosotras no la vemos,
solo vemos a ese León enorme, terrible y fiero.

 - ¿Enorme, terrible y fiero?, ¿pero que majaderías son esas?,
¿es que no veis su gran porte, su tronío y su belleza?.

- ¿Pero es que te has vuelto loca mariposa de los cielos,
hablando como estas hablando de ese león traicioner0?.

 
 
Tú eres dulce y delicada, y él es bruto y descuidado,
tú eres pequeña y volátil y él es grande y desaliñado.

¿Es que no te has dado cuenta de que te has enamorado,
de un sueño de una locura?, ¡ese amor no es adecuado!.

 
- ¿Porqué no me dejáis sola y seguís con vuestros vuelos?
¿a quién le hago yo daño si me quedo aquí en el suelo?.

Seguid con vuestro camino y dejadme a mi tranquila,
que yo de vosotras no hablo ni me preocupa vuestra vida.

Que ya sé que es un León y seguramente que es fiero,
pero en cuestiones de amor haber quien habla primero.

Que yo para ser feliz me basta solo con verlo,
que sintiendo que está cerca no necesito consuelo.


Las mariposas altivas se marcharon enfadadas,
y siguieron el camino con el batir de sus alas.

Y aquella Mariposa de alegres y vivos colores,
se quedó allí solita viviendo entre las flores.

 
 
 
Al cabo de mucho tiempo de haber ocurrido esta historia,
las mariposas volvieron de nuevo a su trayectoria.

Con aire burlón querían visitar a su compañera,
y reírse por lo bajo mientras contara sus penas.

Pero no encontraron nada ni a nadie por allí cerca,
ni a la linda Mariposa, ni al León con su melena.


¡Valla por Dios…..que mala suerte han tenido,
se les acabó la fiesta…que decepción han vivido!.

 La noche iba cayendo en aquel precioso lugar,
y las mariposas cansadas se pusieron a descansar.

Cuando ya entrada la noche se entregaron a su sueño,
una de ellas gritó “mirad todas hacia el cielo”.

Todas miraron al cielo y casi no podían creerlo,
que allí arriba encontraron lo que no estaba en el suelo.

 Las estrellas tienen la forma de aquel León traicionero,
y a su lado revoloteando, brilla una mariposa en el cielo.

 
Brillan con más fulgor las estrellas que la forman,
que en vez de colores tiene mil reflejos que la adornan.

Nunca se vio en el mundo, ni en el cielo, ni en la tierra,
Mariposa voladora que luciese de tan bella.

Ni León tan elegante, tan bello y con tal presencia,
que despierta los amores de luceros y de estrellas.

Las mariposas al verlos permanecen sorprendidas,
¡hay que ver que cosas pasan, las vueltas que da la vida!.

Se han dado cuenta que el amor, cuando es bonito y es bueno,
da igual si eres distinto, si eres blanco o eres negro.

Que cuando los sentimientos salen del fondo del corazón,
nadie podrá buscarles motivo, causa o razón.

Ahora se han dado cuenta de que aquella Mariposa,
de entre ellas, sin dudarlo, siempre fue la más hermosa.

Descansa y brilla por siempre mi pequeña Mariposa,
que al lado de tu León te asemejas a una diosa.

Descansa y brilla por siempre mi magnífico León,
que junto a tu Mariposa se nubla hasta la razón.

Y cada año en verano se reúnen las mariposas,
y mientras miran al cielo sonríen y juegan gozosas.

Y celebran que aquella Mariposita que vivía en una flor,
ya nunca estaría sola porque conoció el amor.

(C) Magdalena Rodríguez.
 

 

 

 

domingo, 30 de septiembre de 2012

El niño nuevo


Edu era el niño nuevo de la clase, y la verdad es que no le gustaba demasiado.

Los demás niños no le hablaban, nadie quería jugar con él, hacían lo imposible por mantenerse lejos y cuando se acercaban casi siempre era para burlarse de él y mirarle como si fuese un bicho raro.

Y es que Edu era un niño distinto a los demás, ¿queréis saber por qué?...., pues porque Edu era un zombi.

Si, si como os lo digo, un zombi como los que podemos ver en las películas de miedo, uno de esos zombis con ropas rotas y sucias, uno de esos zombis de color verde y de ojos saltones, pero sobre todo, sobre todo, era un zombi bueno.

Su mamá siempre le había dicho que era un niño como los demás porque reía igual que los niños de carne y hueso, porque cuando se caía se hacía daño igual que los demás, porque le gustaba jugar a pilla pilla igual que a los demás y porque también sufría si le trataban mal, igual que los demás.

– Este mundo es como un enorme jardín - le decía su madre -  y los niños son como las flores, si todas las flores fuesen del mismo color sería un jardín muy aburrido. ¿No te parece Edu?

Pero el pequeño Edu no respondía, prefería seguir allí abrazado a su mamá, acurrucado en sus brazos donde nada ni nadie podía hacerle daño, seguro y calentito como en ningún otro sitio.


Un día Olga, una niña alta y flacucha que siempre comía chocolate, se acercó a Edu durante el recreo, y le preguntó por qué estaba tan solo.

– Nadie quiere jugar conmigo, soy feo y doy miedo
– A mí no me pareces tan feo y por supuesto que no me das nada de miedo
– ¿Ah, no? - preguntó el niño zombi - pues tenías que verme cuando estoy resfriado, cada vez que me sueno la nariz los ojos se me caen al suelo y luego no los encuentro por ningún sitio.

Los dos niños comenzaron a reír y Edu siguió contando cosas divertidas que le pasaban en su vida como zombi viviendo en el cementerio municipal.



Le contó como su familia y él se escondían detrás de las tumbas para asustar a los ingenuos visitantes y de como jugaban a intercambiarse las orejas, o los brazos, o la nariz; era como jugar al Sr. Patata, pero con uno mismo.


Cuando el resto de niños vieron reír a Olga y Edu, empezaron a tener curiosidad y decidieron acercarse a oír lo que el niño zombi estaba contando. Al principio solo se acercó uno, luego dos y poco a poco todos los niños del colegio se acercaron a él.

Al poco tiempo todos se reían y lo que fue aún mejor todos y cada uno comenzaron a contar las historias más divertidas que os podáis imaginar.

Para Edu aquel fue el día más feliz de su vida y los demás niños entendieron que da igual si eres guapo o feo, gordo o flaco, si llevas gafas o aparato en los dientes, si eres ciego o vas en silla de ruedas, si eres de aquí o has venido desde muy lejos.

Porque todos los niños tienen dos cosas en común, un montón de historias divertidas para contar y un enorme CORAZÓN.





martes, 7 de agosto de 2012

Un amor en el Cielo


El Sol busca novia porque muy solo se siente,
busca alguien que le ame, le comprenda y le consuele.
Busca cariño, amor, y comprensión,
pero lo único que tiene, es muchísimo calor.












La luna suspira por que quiere encontrar,
alguien que le ame y a quien poder amar.


Sueña espiando a los amores humanos, y se imagina paseando con su esposo de la mano.
Un precioso día cuando llegaba el verano, el sol está resplandeciente, bien enorme y bien dorado.

Anda con porte tranquilo paseando allá en el cielo,
y de repente se queda, asombrado y boquiabierto.

Porque allí a lo lejos, allí en la serranía, ha visto a su luna amada, ha visto la luna tardía.

Solo con verla un instante ya se nos ha enamorado,
y solo suspira y suspira por poder estar a su lado.

Ya no quiere irse del cielo, de ese cielo ya estrellado,
y las estrellas le cantan, todas le cantan su canto.

“Rey de las mañanas no te esfuerces tanto,
que aunque tú no quieras ya te estás marchando.

Márchate tranquilo que te prometemos,
que a la bella luna tu mensaje daremos.

Y para que sepas lo que ella opina
una de nosotras brillará de día.

Será tan brillante y tan resplandeciente,
que parecerá  una llama ardiente”.


A la mañana siguiente el sol sale presto,
y busca en el cielo con su porte apuesto.

Dime linda estrella, lucero del alba,
dime que te ha dicho mi luna, mi amada.

Tranquilo Astro Rey, no sufras ni temas,
que la bella luna  te quiere de veras.

Desde hace tiempo te ve en la distancia,
y ya desde entonces suspira tu amada.

Que nunca pensó ni en su mejor sueño,
ser merecedora de tan alto dueño.

Aquí queda sellada esta bella historia,
de un amor imposible y sin trayectoria.

Cuando uno sale la otra se duerme,
cuando una levanta el otro  adormece.

Las nubes son testigos de esta tesitura,
y un día deciden actuar con premura.

El sol esta muy triste, menuda postura,
y las nubes sonríen tramando su aventura.

Cuanto el sol mas suspira mas se ríen ellas,
y siguen trabajando en su ardua tarea.

Ha llegado el momento, ¡ya todo está listo!,
y se acercan al sol con aire distraído.

Cuando menos lo espera, las nubes salen al paso
 y entre sus brazos llevan  a una reina de raso.




Es la luna llena que alegre y expuesta,
llevan a su amado, toda ella dispuesta.

Las nubes en su empeño de hacerles felices,
quieren que se abracen y que coman perdices.

Y acompañan a la novia como damas de honor,
a visitar al novio que está henchido de amor.

Paso a paso y poco a poco, van llegando a su destino,
 ya casi puede tocarle, ya casi siente su abrigo.

Y poco a poco se funden en un merecido abrazo,
mientras la oscuridad acecha, hoy ya, sin descanso.

¿Es de día o es de noche?, ¿Qué es lo que está pasando?
 que en cielo el sol no brilla, pero hora no es de descanso.

¡Que nadie ya se preocupe, que nada malo acontece,
 que en cielo y en la tierra este amor ya prevalece!.

Que la luna se ha fundido en un abrazo de amante,
y junto a su esposo celebran una gran  fiesta triunfante.


Que ya ni blanco ni negro, que ya ni pequeño ni grande,
que el amor ya no conoce ni barreras ni desplantes.

Y cuando la fiesta termine y se vuelvan para casa,
 ambos se seguirán amando a pesar de la distancia.

Y cuando llegue la hora de abrazarse de nuevo,
lo harán aún con más ganas, con amor y con sosiego.

Y un nuevo Eclipse de sol veremos allá en el cielo,
y las nubes juguetonas veremos negras de nuevo.

Y continúa esta historia, ¡que ya llega la cigüeña! ,
¡que hasta en los telediarios ha salido la reseña!

Que allá en el negro cielo, se ha visto una nueva estrella,
 una hermosa y bien brillante, sin dudarlo la más bella.

Unos dicen que la estrella es igualita a su padre,
y otros dicen que ella brilla como lo hace su madre.

Y yo digo con premura que mejor que el parecido,
es fijarse en sus hechuras, que al andar hacen ruido.


Que feliz que el cielo luce, sea de día o sea de noche,
que este amor no tiene límites, ni tampoco los conoce.

Que vivan el sol y la luna, y que vivan por mucho tiempo,
que gracias a sus amores, ¡Ahí que bonito esta el cielo!


Magdalena Rodríguez